sábado, 16 de octubre de 2010

La otra cara de “Caramelo” Branger.

Revista Élite, No. 2484
4 de mayo de 1973. Pp. 6-11

La otra cara de “Caramelo” Branger.

Nuestro jefe de redacción, Ciro Medina, logró entrevistar en forma exclusiva para los lectores de Élite al abogado José Luis Branger. Aquí este cuenta los momentos más importantes de su vida, en una descarnada historia donde afloran los rasgos más determinantes de su controvertida personalidad.

Branger fue expulsado del Colegio San Ignacio, porque lo encontraron leyendo “El Gallo Pelón”. Su primer oficio fue vendedor de yesqueros en el Country Club. Fue socio de Oscar Martínez, hasta que éste incumplió obligaciones comerciales. Con Palomo Linares peleó desagradablemente en Madrid. Y en el viaje de España a Nueva York, en 1970, viajó a cuerpo de rey porque dijo a las aeromozas que él era matador de toros.
Son las cuatro de la tarde . Es día sábado. Un calor insoluble hace inclemente el día. También hay mucho tráfico. Casi 31 grados que se nos meten por los poros mientras nos desplazamos por la Autopista del Este. Hubiéramos preferido haber llegado a casa a ducharnos un poco con agua helada. Miramos al cielo. Limpio. Ni una nube.
Un amigo nos ha sacado de nuestra oficina donde adelantábamos material para las revistas subsiguientes a Semana Santa.

–Vamos –dijo– “Caramelo” quiere hablar contigo.
Un hombre bastante famoso
En realidad, también hemos sido víctimas de la avalancha de informaciones de todo tipo que nos han llegado por diferentes medios, de un señor llamado José Luis “Caramelo” Branger.
Recientemente su nombre ha estado asociado al monstruoso caso del niño Vegas Pérez. El Juez Francisco Cumare Nava le dictó hace unos días apenas prohibición de salida del país. Es una persona a la que la PTJ está investigando exhaustivamente desde mucho antes de sucederse la tragedia del niño secuestrado y más tarde asesinado.
Una vez lo vimos en la Universidad y nos lo señalaron como un miembro de la derecha, como un oligarca, como un buguesito descarriado, al que sus padres, de tanto mimarlo, le habían llamado “Caramelito”. La verdad es que para ese entonces la Universidad Central ¿estaba? Anarquizada. Se debatía entre dos desastres: la política y la Renovación. Ambas cosas engulleron nuestra Alma Mater convirtiéndola al más bajo de los niveles. Nuestra universidad que antes fue refugio de jóvenes valientes, rebeldes, ahora se la trata de identificar como el centro, la columna vertebral del vicio, la droga, la prostitución, en Venezuela.
Quizá por eso nunca tomamos intereses en la suerte que pudiera tocarle a José Luis Branger, compañero de generación.

La otra vez que lo vimos fue bastante reciente. Fuimos a entrevistarlo. A él nos llevó la urgencia periodística, porque José Luis Branger es una de estas personas que el destino marca para que causen ebullición, como esos antiácidos efervescentes.
Lo entrevistamos igual que otras publicaciones y al ir hace días al Archivo a buscar un ejemplar de aquella revista, nos tropezamos con la imponderable de que no hay sino apenas diez ejemplares. Y ahora, vamos por la vía de Los Chorros, casi obligados por el prudente y cautísimo compañero de Branger.
–¿Qué la pasa al “Caramelo”, podrías decirme? –insistimos varias veces.
–Nada bróder, allá conversan, a mí nada me preguntes, porque no sé nada. “Caramelo” me dijo, búscame a fulano y eso estoy haciendo, ¿ves?
Todos habían salido
Al llegar frente a la quinta, nos llama la atención un lujoso automóvil deportivo parado frente a la casa. Reparamos en él. Nuestro acompañante se niega a decirnos quién es. Toca dos veces la puerta y al fin saca una llave y abre la puerta. Pasamos. Excelente decoración. Cada cosa en su lugar, menos los discos y los cassettes grabados. Deducimos que allí vivían jóvenes. Joe Cocker sonaba incesantemente.
Nuestro amigo llamó tres veces a alguien. Nos dejó curioseando en el recibo y comenzó a buscar en los cuartos. Nadie contestaba, hasta que al fin, con los cabellos mojados y vestido tan sólo con unos pantalones negros de terciopelo, cepillándose la larga cabellera, apareció José Luis Branger. El hombre más nombrado en los intríngulis del Caso Vegas Pérez.
Hacía un día apenas cuando lo vimos graduándose de abgado en el Aula Magna. Allí, nuemerosos exaltados lo escupieron, golpearon e insultaron. Además le hicieron una especie de “juicio” a él y a los que su apellido representa. Por nuestra mente pasaron en cosa de segundos este instante y otro parecido, a las puertas del Edificio Universidad, sede de algunos tribunales, donde al parecer hubo intenciones de lincharlo.

–¿Qué tal, Branger, cómo te ha ido? –dijimos para abrir los fuegos. Su respuesta amable no se hizo esperar.
–Aquí. Ya ves. Te he mandado a llamar para agradecerte el reportaje que hiciste en ELITE –dijo en forma casi violenta–. Yo estoy muy agradecido a la Cadena Capriles, a Nelson Luis Martínez y a todos ustedes que se han portado tan bien conmigo. Escribí hace días una carta y unas declaraciones exclusivas para “Últimas Noticias”, que espero aclaren suficientemente mis actos.
Inteligente, locuaz, muy seguro en cada una de sus afirmaciones, el abogado José Luis Branger, inicia una conversación acerca de numerosos aspectos, de su manera de ver la vida, de sus problemas familiares y es interrumpido por el compañero que nos sirvió de guía. Nos ofrece un whisky que aceptamos. “Caramelo” toma Cuba Libre. El guía no toma, fuma incesantemente como Branger. (Casi dos y media cajetillas de cigarros en apenas tres horas de conversación).
–¿Con quién estás viviendo aquí? –preguntamos.
–Con unas amigas, responde.
–¿Están ahora en casa?
–No. Ahora han salido.
–¿Y qué te parece si para abreviar hablamos de algo que nos interese realmente?
–Propón el tema.
–¿Tu vida?
–Mmmm, es bien.

Y arrancamos con esta segunda entrevista, inesperada por lo demás.
–¿Cómo es el José Luis Branger hombre, cuáles han sido los momentos más trascendentes en su niñez, en su juventud y cuáles los instantes más dramáticos de este momento que está viviendo actualmente?
Aprieta los dientes con fuerza, mira arriba y nos dice:
–Nací el 25 de julio de 1948, a la 1:37 minutos de la madrugada, bajo el signo de Leo. Mi vida en mi niñez fue muy tranquila y apacible. El hogar de mis padres estaba en La Florida. Era una casa muy grande y amplia que tenía un barranco que yo utilizaba como mi sitio de esparcimiento para reunirme con mis amigos.
–Tenía una casita, que yo considero como la primera casa mía propia. Desde pequeño siempre he tenido unos profundos sentimientos de libertad. Poder regir mis actos y mi vida, siempre ha sido que ha marchado junto a mi personalidad.

Mi educación comenzó en el Colegio San Ignacio, donde hice toda mi primaria, hasta que allí mismo comencé el primer año de bachillerato. A mitad de año fui expulsado del colegio, porque me encontraron leyendo “El Gallo Pelón”. Mi padre, indignado conmigo, mandó internarme en el Liceo San José de Los Teques. Viví dos años en ese plantel. Desde ese momento comenzó a nacer en mí un gran resentimiento en contra de mi padre. Cada día crecía más porque yo con mi padre nunca me llevé. Nuestras relaciones fueron muy pocas. Lo contrario sucedió con mi madre. Ella es una persona fabulosa. Siempre me ha querido muchísimo. Muchas veces estuvo de parte mía.
De esta forma inicia José Luis Branger la historia de los momentos más importantes de su vida, abstraído por completo de todo lo que lo rodea.
Pareciera haber caído en un estado especial, algo así como si un sentimiento de catarsis le invadiera por el cuerpo invitándolo a drenar las razones de su situación frente a la vida. Durante la entrevista, hizo alusión a sus dos hermanos, Ana Cecilia y Marisela y recalcó que es con esta última con quien mejor se lleva en toda la familia. Marisela tiene 19 años y estudia. Actualmente es ella quien usa el automóvil de su hermano, quien nos afirma que eso ocurre desde que él mismo decidió retirarse de la vida social para dedicarse a aprobar sus exámenes finales.
Finaliza el bachillerato
Su entrada a la universidad

–Al concluir mi tercer año de bachillerato –prosigue– ingresé en el colegio La Salle de La Colina. A partir de ese momento, mis ideas estaban en irme a los Estados Unidos a estudiar Bussines Administration, que era la carrera que yo quería seguir. Mi padre, nuevamente se opuso a un pedimento mío. Me dio infinidad de razones que terminaron convenciéndolo a él de que yo no debía ir hasta Estados Unidos a estudiar. Así comencé la carrera de Derecho en la UCV, donde siempre fui un alumno regular.
Cuando estaba en tercer año de Derecho, la Universidad fue cerrada. Comencé a trabajar en el Tribunal Tercero de Instrucción como escribiente. Aprendí muchas cosas. Llevaba la mayoría de los expedientes relacionados con drogas. Fue una gran experiencia aquel trabajo. Establecí contactos fabulosos.
Vendedor de yesqueros más tarde

El abogado José Luis Branger, prosigue sus declaraciones exclusivas a ELITE. Después de hacer una breve pausa para atender una llamada telefónica, enciende otro cigarrillo y nos hace una confesión hasta ahora desconocida. Entre los oficios más insólitos que realizó por esa época de estudiante fue el de vendedor de yesqueros. Dice:
–Encontré en los yesqueros un negocio extraordinario. Vendía yesqueros en el Bar del Country Club. Todos los días, a las seis de la tarde, me sentaba en la barra del bar y vendía cada encendedor a razón de Bs. 20. Me ganaba Bs. 10 en cada uno. Eran de fantasía. Todos los señores del Country me los compraban para regalar en sus almuerzos con ejecutivos, a sus secretarias, a familiares, para tenerlos en la guantera del carro y regalarlos en cualquier ocasión…
–¿Cuánto ganabas diariamente?
–Alrededor de 300 bolívares diarios.
Es quizá por esta época cuando nuestro entrevistado llevó su mejor vida, frecuentando los mejores y más lujosos sitios de la capital y se hacía acompañar por bellas y exquisitas mujeres de la alta sociedad caraqueña, moviéndose en un círculo “fabuloso”, según sus propias palabras.
José Luis Branger está angustiado. Se mueve incesantemente en el asiento donde se encuentra. Mira a su alrededor, inquieto, como buscando el más mínimo detalle que le exaspere. No lo encuentra. Prosigue:

–Iba mucho al Hipódromo por aquella época. Desde ese tiempo comenzó a nacer mi afición por los toros. Mi familia tiene ganaderías en Valencia. Los Branger son dueños de la Plaza del Nuevo Circo de Caracas y eran dueños de la Plaza Arenas de Valencia, así como el Circo de La Victoria.
César Girón, su amigo inolvidable
Yo aproveché estas circunstancias para mezclarme en este mundo que tanto me gustaba. Conocí muchos toreros, pues sus vidas siempre me impresionaron notablemente, porque son individuos que todos los días juegan muy cerca de la muerte y cuando no torean, llevan una vida demasiado intensiva. A mí me gustaba esa vida.
En esas lides conocí a varios toreros famosos: Francisco Rivera “Paquirri”; que acaba de casarse con la hija de Antonio Ordóñez, es mi íntimo amigo. También lo fue en una época Sebastián Palomo Linares, pero tuvimos una pelea muy desagradable y hoy día ya no somos amigos.

–Hay una persona que en el mundo de los toros admiré y sigo admirando profundamente. El que me dijo en una oportunidad algo sobre la vida, que nunca se me olvidará: “El hombre se define por sus actitudes, inteligentes y discretas”. Esas palabras siempre las he tenido presentes en mi vida.
–Háblenos de su amistad con César…
–Yo lo conocí muy a fondo.
Deja entrecortada la frase y retoma el hilo de la conversación anterior.
–En ese año 1970, todavía se encontraba cerrada la Universidad. Con la venta de los yesqueros reuní una gran cantidad de dinero, que aproveché para ir a las Ferias de San Isidro en Madrid. Me fui con mi tío Juan Ernesto y mi primo Marco a las 18 corridas de la Feria. Para ese tiempo “Palomo” Linares me invitó a las Ferias de Granada. De allí, fui a la finca de Manolo Chopera en Salamanca. Pasé una temporada fabulosa. Me metí muy de lleno en el mundo de los toros.
Después de Madrid, pasé dos semanas en Torremolinos de Marbella, un lugar que me fascinó. Había mucha gente muy parecida a mí y aunque yo no era muy peludo para ese tiempo, me llamaba mucho la atención. Eran gentes maravillosas, muy libres, sin represiones de ningún tipo. Fueron dos semanas extraordinarias.

UNA MENTIRA BLANCA A BORDO DEL PRIMER “JUMBO-JET”


Una anécdota que recuerda José Luis Branger fue la que le sucedió al regreso de Europa.
Para ese año de 1970-71 comenzaban a salir los primeros aviones Jumbo-Jet. Tomé uno hacia los Estados Unidos. Al montarme, les dije a las aeromozas que yo era matador de toros. Me dieron entonces toda una fila para mi solo. Me colmaban de atenciones y me pedían autógrafos. Whisky, caviar, y el más esmerado servicio en mi viaje.
Mi llegada fue fantástica. Pasé una semana en un pueblito llamado Scotia, que queda cerca de la capital de Nueva York, es un pueblito lleno de verde. Más tarde fui a Buffalo, donde unos amigos. Allí vimos la película “Woodstock”, casi en función de estreno. Aquella producción me motivó de tal manera que al llegar a Venezuela organicé un festival parecido con bastante éxtio.
–¿Has tenido mucho éxito en los negocios?
–Mucho.
–Si se te ofreciera hacer una caramelería marca Branger, ¿estarías dispuesto a fundarla?
–Sería una identificación que uniría a un producto con mi vida y las identificaciones personales casi siempre son negativas.
–Pero crees que ha sido mala la identificación de la Gillette, de la Ford, del Tricófero…
–Yo lo pensaría, aunque indudablemente sería un negocio extraordinario.

DE NUEVO EN VENEZUELA
El abogado José Luis Branger, prosigue su relato. Nos dice que en diciembre de 1970 fue a la Feria de Cali en Colombia, invitado por un ganadero local llamado Abraham Domínguez. Más tarde regresó a Venezuela y de inmediato hizo los preparativos para asistir a las Ferias de San Cristóbal, en el Estado Táchira.
–Yo tengo varios años seguidos asistiendo a esas Ferias, aunque este año no pude ir debido a mis exámenes. Recibí una llamada de mi primo Marcos Branger en el Hotel donde siempre tengo una habitación reservada para la fecha. Me decía que si podía meter en mi habitación a un amigo de él llamado Oscar Martínez, que no tenía donde dormir. Acepté.

AQUÍ OSCAR… NUNCA ME PAGÓ
–Me cayó bien Oscar Martínez. Me propuso que trabajara con él en un programa “de envergadura” que se llamaría “Aquí Oscar, competencia de la Juventud”. Me entusiasmó. Bajo la premisa de que yo conocía a un mundo de gentes y de que sería un magnífico relacionador público y de que él necesita dentro de su organización a una persona como yo. Comencé a trabajar con aquel nuevo amigo presentado por mi primo. Establecí contactos a todos los niveles. Oficiales, privados, publicitarios. También entró un nuevo socio, Héctor Monteverde. Aquello fue un éxito detenido tan solo por mis serias desavenencias con Oscar Martínez.
–¿Por qué motivo?
–Asuntos económicos. Nunca quiso pagarme honorarios por mi trabajo. Desistí entonces a seguir trabajando a su lado.
José Luis Branger, una vez separado del señor Oscar Martínez fue a su casa y allí habló con su padre, el ingeniero y economista José Luis Branger. Le contó lo sucedido y éste –nos cuenta– le achacó toda la responsabilidad del fracaso.
–¿Quién te mandó meterte en eso? ¡Ahora te fregaste!

LA CASA FABULOSA DE “EL HATILLO”
El ambiente de la televisión hizo que yo me alejara bastante de mis amigos. Para aquel año de 1971 regresó al país un gran compañero mío. Julio Neri. Venía de los Estados Unidos. Una vez, surgió la conversación de mudarnos. Lo decidimos. Conseguimos una casa “fabulosa” en El Hatillo y nos mudamos. Allí comenzó una de las épocas más bonitas de mi vida. Pasamos un año y dos meses viviendo en esa casa de El Hatillo. Conocí muchísima gente, distinta a la que había conocido hasta los momentos. Mis relaciones con mi familia se cortaban a medida que mi pelo crecía. Llegó una época en que ni siquiera hablaba con mis padres. Para aquel tiempo comoencé a ir otra vez a la Universidad que ya la habían abierto nuevamente. Estudiaba de noche. Tomaba un carrito por puesto todos los días…
–¿Cuál carrito, el Mercedes o uno proletario?
–Un carrito por puestos.
Nuestra pregunta se originó dado que el día seis de enero de 1972, la madre de José Luis Branger lo llamó a su casa para regalarle un Mercedes Benz nuevo para que fuera a la Universidad. Más aún. En el programa de televisión, un periodista, dijo que “Caramelo Branger” había puesto un puñal en la garganta de su madre para que ésta le diera un carro.
–Si no me regalas un carro, te hundo este puñal y te mato! –habría dicho Branger, según la tesis del reportero.
A nuestra pregunta, Caramelo Branger respondió:
–Eso es incierto. Esa noticia la dio Ezequiel Díaz Silva. Ese mismo día que él habló por T. V., sostuvo una conversación conmigo a las 4 de la tarde frente a la PTJ de Chacao donde yo estaba reparando mi Mercedes Benz. Hablamos de diversas cosas. Yo no lo conocía y me pareció muy divertido y simpático. Por la noche me contaron que él había dicho ese disparate y también que mi familia me pasaba 1.700 bolívares, lo cual es igualmente incierto, ya que ellos no me pasan absolutamente nada.
Retomando el hilo de la conversación sobre la casa de El Hatillo, Branger nos dice que para el mes de junio del año pasado, una vez terminado el contrato de la casa, sus relaciones familiares volvieron a normalizarse.
–Regresé a mi casa de La Florida y a la semana de estar allí, surgió el problema por el que me detuvieron en el estacionamiento del Country y por el que estuve detenido en el Retén de Catia.

UN SIQUIATRA QUISO SALVARLO…

–Mientras estuve en el penal, mi padre fue a visitarme. Me dijo que había logrado con un siquiatra llamado Otto Aristiguieta, quien me había tratado los dos meses anteriores a instancias de mi madre, que éste metiera un oficio en la PTJ, donde constaba que yo estaba muy mal psíquicamente y que él recomendaba mi traslado a una clínica privada, para sacarme del problema. Aquello me indignó con mi padre. Le dije que no quería que interviniera en el problema para nada y que debía consultarme antes eso a mí. Me di la vuelta y me fui a mi celda en el retén.
–Al cabo de seis días preso –prosigue– me recuerdo que era un sábado… o ha debido ser un sábado, –corrige– fueron a buscarme al retén. Creí que era para darme libertad, puesto que yo no tenía nada que ver en el caso. Pero me montaron en un jeep de la PTJ y por la Cota Mil me llevaron hasta la clínica Casablanca. Allí me internaron.

UNA FUGA ESPECTACULAR Y CÓMICA
–Yo estaba molestísimo –continúa Branger–. No me dejaron hablar con nadie, ni familia, ni abogados. Ni siquiera sabía si mi problema había sido resuelto.
–Pasé cuatro horas en la clínica. Me escapé. Subí la cerca. Recuerdo que me tiré hacia el otro lado a lo loco. Quedé guindado prácticamente de una rama. Pensé en aquellos momentos: Caramba, después de tantas cosas, venirme a morir yo como un mismo… gafo… guindado de esta rama. La rama se quebró. Caí encima de una perrera de la otra casa. Los perros eran bravísimos pero huyeron despavoridos. Yo estaba en pijama. Y una vez en la calle, empecé a correr por Los Palos Grandes hacia arriba. Reflexioné. ¿Por qué corro hacia arriba, si es más fácil hacia abajo? En esos momentos pasó por ahí un jeep de unos muchachos a quienes rogué me sacaran de aquel aprieto. Les dije que me acababa de fugar de la clínica. Ellos me llevaron hasta el estacionamiento del Country, donde finalmente conseguí a mis amigos, entre los que se encontraban aquellos que también detuvieron conmigo en días anteriores, por lo de la cocaína. Acababan de ser libertados hacía varias horas. Comprendí que yo también estaba libre y que a mí me habían metido en la clínica para poder explicar ante la sociedad los hechos de otra manera.

ME RETIRE DE TODA ACTIVIDAD SOCIAL
–Desde ese día, me retiré de toda actividad social y pública. Comencé a vivir en el hotel donde vivo actualmente. Ni siquiera iba al estacionamiento del Country Club.
–En diciembre del 72, pasé el año nuevo fuera. Descansé bastante porque sabía que en enero comenzaría mis estudios. Regresé de Mérida a presentar mis exámenes. Me encontré con la muerte de López Contreras. Caracas estaba fastidiosísima y yo tenía dos semanas más de vacaciones. Me fui a Lechería. Mis primeros exámenes fueron a finales de enero. Tuve dos en febrero y concluí con mi último examen el primero de marzo. Al otro día me fui a Lechería nuevamente. Pasé allí las vacaciones de carnaval. A mi regreso, me comunicaron lo que ya es vieja historia.
JAVIER PAREDES ES UN ARTISTA
–El abogado José Luis Branger, ya para finalizar, nos habla sobre un gran amigo suyo, el joven Javier Paredes, a quien conoció en la casa de El Hatillo. A una pregunta nuestra, Branger nos dijo:
–Javier es uno de los hombres más simpáticos que he conocido. Es íntimo amigo mío. Es un artista en potencia. Yo nunca he conocido a nadie que toque una guitarra clásica tan bien como la toca él. Además de eso, es una persona muy divertida, con la cual se pasan momentos inolvidables. El destino, por diversas ocasiones nos ha hecho amigos en una causa común: las veces que hemos tenido problemas, siempre hemos pasado los problemas juntos. Eso ha hecho que nuestra amistad se haya estrechado. La semana anterior al auto de detención, había empezado a trabajar con su padre. Asistía con regularidad a sus clases de turismo. Sus padres le acaban de regalar un carro Pontiac Fiver 350.

–Branger, se comenta que ustedes dos llevan unas relaciones “demasiado íntimas”, ¿qué puedes decirnos al respecto?
–Es falso. Dijo cortante.
Así terminó la entrevista con Caramelo Branger. Un joven que atribuye sus dos intentos de linchamiento a la mala información periodística y cuyos grandes acontecimientos en su vida siempre han llevado el sello de las fases lunares. Sus astrólogos siempre le insisten en que es un predestinado. Nació bajo el signo de Leo y firma de esa manera, con su signo. El día que nació hubo Luna Llena, según el almanaque Rojas. El día del problema del Niño Vegas también era Luna Llena. Más tarde, su última detención por encubrimiento –nos consta– era día lunes 16 de abril y la Luna Llena brillaba en el cielo despejado. C. M.

16 comentarios:

  1. muy intensa para el año... la vida de caramelito..me gustaría saber que fue de su vida el resto de los años

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  2. Me
    gustaría saber,quehace
    actualmente
    Elcaramelo

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  3. Estuvo alguna vez Caramelo en Baton Rouge Louisiana?

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    1. No se si es verdad o no, pero se decía que había estuduado inglés en LSU y en una noche de parranda fuerte (mucho ron y drogas) le puso una arepa con algo dentro a la famosa mascota, Tony the Tiger, y lo envenenó. Lo encontraron y lo deportaron.

      Yo viví muchos años en BR y fui a LSU un año antes de transferirme a otra universidad.

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    2. En el año 1977, en Baton Rouge, oi esa historia.

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  4. esa clase social que fue muy responsable del chavismo que termino destruyendo Venezuela. No fueron esforzados y con una vida fatua. Que tienen sobre su conciencia terribles hechos que fueron ocultados por los poderes económicos de la epoca

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    Respuestas
    1. Chavismo estás disociado mano la droga o moda llegó después de la caída de Pérez Jiménez Made in EEUU y por persona como estás de dinero

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    2. Una generación de Junior's, cuya única preocupación eran las fiestas,mujeres y drogas y apoyados por las influencias el poder económico de sus padres.

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    3. No se puede negar que la UCV ha sido en gran medida responsable del nacimiento del Chavismo(de la mano del Caldera y su chiripero) muchos de los comunistas y socialistas salieron de sus clases, y muchos de ellos terminaron sus carreras alli (si les preguntan a los Chavistas reales, es decir a los que tienen el dinero, veran que son graduados de alli) lo que me hace pensar que hay que reformar primero la UCV y luego el pais, prohibiendo esos dos partidos políticos y execrando sus doctrinas!

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  6. Buena entrevista. Gracias por compartirla.
    Leyéndola en época de cuarentena.
    En septiembre 2016 (hace 4 años exactos) estuve en Caracas, por una semana de visita. Y traté de pasar por los lugares que se mencionan en los acontecimientos del caso Vegas Perez. Y fue tan surreal pasar por esos los sitios que desde luego ya están tan cambiados, pero que en unas cuantas décadas atrás ocurrieron: el secuestro, la entrega de la maleta con el dinero, y el abandono del cuerpo del niño.
    Hubiese sido genial viajar en el tiempo y estar oculto en esos lugares, observando los hechos en vivo y directo.

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  7. La última travesura que hizo este elemento fue la estafa con el súper cuatro, el era el dueño de dicha lotería con la alcahuetería de Venevisión , huyó para Inglaterra, allá debe estar enconchado.

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